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En la vida de toda persona, hay determinadas funciones o capacidades inherentes a nuestra condición humana, y que realizamos de forma cotidiana y habitual, pues nos resultan imprescindibles para nuestro desarrollo vital y emocional. Si no pudiéramos efectuar cualquiera de estas funciones, posiblemente nos sería muy difícil sobrevivir en el entorno en el que nos desenvolvemos. Si cada uno hiciera una lista enumerándolas, seguramente casi todos coincidiríamos en algunas de estas funciones básicas: comer, beber, dormir, respirar, relacionarse, pensar y razonar, amar... Si me permiten, voy a añadir una más: CREER.
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Bajo mi punto de vista, todo ser humano tiende a creer en algo. "Creer", "tener fe", "fiarse de algo o de alguien", "confiar", "tener confianza"... son todo sinónimos de la misma actitud vital. A lo largo de nuestra vida, hasta las personas que declaran ser "no creyentes" o "desconfiadas" se ven abocadas a tener fe o depositar su confianza en algo o en alguien, y no sólo una vez, sino varias veces a lo largo del día. Cuando ingresamos dinero en un banco, nos estamos fiando de todas las personas que trabajan en él y confiamos en que lo guardarán y lo gestionarán bien. Cuando votamos, depositamos nuestra confianza en un determinado partido político. Cuando llevamos a nuestros hijos al colegio, lo hacemos teniendo fe en que allí le cuidarán bien y le darán una buena educación. Cuando compramos un artículo, confiamos en que tanto el vendedor como el fabricante no nos van a engañar ni timar... Todos estos ejemplos cotidianos son actos de fe, que surgen a partir de la asunción de nuestras propias limitaciones y de la convicción -casi instintiva- de que ningún ser humano puede controlar de manera absoluta toda la realidad que le rodea. Entonces, resulta lógico pensar que la cuestión no está tanto en dilucidar si "se cree o no se cree" como en decidir "en quién o en qué creemos", y también "en qué medida creemos".
Estas son tesituras a las que nos enfrentamos en cada elección que realizamos en nuestra vida. Dependiendo de la "credulidad" de cada cual, se procura buscar un mayor o menor grado de seguridad en la elección. Y para asegurarnos una decisión lo más correcta posible acudimos a nuestra propia experiencia. Así, todos estamos más dispuestos a creer en aquella persona, entidad, situación, actitud o cosa que nos ha dado muestras, motivos y razones suficientes para ser depositarios de nuestra confianza. No obstante, incluso en aquello que nos ofrece más seguridad, cada elección es una apuesta de la que no podemos tener una certeza absoluta. La seguridad que le falta a esa certeza total la pone nuestra fe. Y serán el tiempo y las circunstancias quienes pondrán esa fe continuamente a prueba.
Valga un ejemplo. Un equipo de fútbol comienza la temporada con fe absoluta en un determinado equipo técnico y en una determinada plantilla de jugadores. Cuando comienza la competición, el equipo tiene una mala racha de resultados. El grado de confianza inicial se resiente y comienzan a aparecer dudas. La fe se pone a prueba. Es el momento de apostar firmemente por aquello en lo que se cree, o perder definitivamente la confianza.
Otro ejemplo, una pareja enamorada empieza a tomar decisiones que implican un mayor grado de fe en su amor mutuo, y en su proyecto en común. "Creen" el uno en el otro. De repente, llega una crisis. Sospechas de infidelidad, problemas de convivencia... La confianza mutua se pone a prueba. Es el momento de apostar firmemente por la relación, o abandonarla.
Para cada decisión tomada, es al llegar la crisis en donde se pone de manifiesto la medida de la fe, de la confianza, de la "fianza" comprometida... Es en esos momentos cuando podemos constatar si realmente se cree en aquello por lo que se apostó inicialmente. Si somos capaces de superar la crisis, la fe se fortalecerá. Por el contrario, si las dudas revolucionan y destrozan el patio de nuestras convicciones, nuestra confianza estará herida de muerte. Y dependiendo de la importancia de esa creencia en tu vida, podría quedar tocada la línea de flotación de la persona. Porque la fe y la esperanza son primas hermanas inseparables. Y cuando alguien pierde la fe en todo lo que le importa en la vida, cuando uno deja de creer en uno mismo, en los demás, en algo que le dé sentido a su existencia..., esa persona acaba sumida en la más absoluta desesperación. Transitar por el desierto de las esperanzas perdidas es un trago amargo que sólo se supera encontrando de nuevo algo en lo que creer. Porque no es posible tener esperanza si no se tiene fe.
Y, créanme, el lago es un lugar mucho más hermoso cuando los que nos movemos en él vemos en sus aguas el reflejo de nuestras propias esperanzas...
[Ver también "La fe razonada (Razones para creer - 2)"].
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Bajo mi punto de vista, todo ser humano tiende a creer en algo. "Creer", "tener fe", "fiarse de algo o de alguien", "confiar", "tener confianza"... son todo sinónimos de la misma actitud vital. A lo largo de nuestra vida, hasta las personas que declaran ser "no creyentes" o "desconfiadas" se ven abocadas a tener fe o depositar su confianza en algo o en alguien, y no sólo una vez, sino varias veces a lo largo del día. Cuando ingresamos dinero en un banco, nos estamos fiando de todas las personas que trabajan en él y confiamos en que lo guardarán y lo gestionarán bien. Cuando votamos, depositamos nuestra confianza en un determinado partido político. Cuando llevamos a nuestros hijos al colegio, lo hacemos teniendo fe en que allí le cuidarán bien y le darán una buena educación. Cuando compramos un artículo, confiamos en que tanto el vendedor como el fabricante no nos van a engañar ni timar... Todos estos ejemplos cotidianos son actos de fe, que surgen a partir de la asunción de nuestras propias limitaciones y de la convicción -casi instintiva- de que ningún ser humano puede controlar de manera absoluta toda la realidad que le rodea. Entonces, resulta lógico pensar que la cuestión no está tanto en dilucidar si "se cree o no se cree" como en decidir "en quién o en qué creemos", y también "en qué medida creemos".
Estas son tesituras a las que nos enfrentamos en cada elección que realizamos en nuestra vida. Dependiendo de la "credulidad" de cada cual, se procura buscar un mayor o menor grado de seguridad en la elección. Y para asegurarnos una decisión lo más correcta posible acudimos a nuestra propia experiencia. Así, todos estamos más dispuestos a creer en aquella persona, entidad, situación, actitud o cosa que nos ha dado muestras, motivos y razones suficientes para ser depositarios de nuestra confianza. No obstante, incluso en aquello que nos ofrece más seguridad, cada elección es una apuesta de la que no podemos tener una certeza absoluta. La seguridad que le falta a esa certeza total la pone nuestra fe. Y serán el tiempo y las circunstancias quienes pondrán esa fe continuamente a prueba.
Valga un ejemplo. Un equipo de fútbol comienza la temporada con fe absoluta en un determinado equipo técnico y en una determinada plantilla de jugadores. Cuando comienza la competición, el equipo tiene una mala racha de resultados. El grado de confianza inicial se resiente y comienzan a aparecer dudas. La fe se pone a prueba. Es el momento de apostar firmemente por aquello en lo que se cree, o perder definitivamente la confianza.
Otro ejemplo, una pareja enamorada empieza a tomar decisiones que implican un mayor grado de fe en su amor mutuo, y en su proyecto en común. "Creen" el uno en el otro. De repente, llega una crisis. Sospechas de infidelidad, problemas de convivencia... La confianza mutua se pone a prueba. Es el momento de apostar firmemente por la relación, o abandonarla.
Para cada decisión tomada, es al llegar la crisis en donde se pone de manifiesto la medida de la fe, de la confianza, de la "fianza" comprometida... Es en esos momentos cuando podemos constatar si realmente se cree en aquello por lo que se apostó inicialmente. Si somos capaces de superar la crisis, la fe se fortalecerá. Por el contrario, si las dudas revolucionan y destrozan el patio de nuestras convicciones, nuestra confianza estará herida de muerte. Y dependiendo de la importancia de esa creencia en tu vida, podría quedar tocada la línea de flotación de la persona. Porque la fe y la esperanza son primas hermanas inseparables. Y cuando alguien pierde la fe en todo lo que le importa en la vida, cuando uno deja de creer en uno mismo, en los demás, en algo que le dé sentido a su existencia..., esa persona acaba sumida en la más absoluta desesperación. Transitar por el desierto de las esperanzas perdidas es un trago amargo que sólo se supera encontrando de nuevo algo en lo que creer. Porque no es posible tener esperanza si no se tiene fe.
Y, créanme, el lago es un lugar mucho más hermoso cuando los que nos movemos en él vemos en sus aguas el reflejo de nuestras propias esperanzas...
[Ver también "La fe razonada (Razones para creer - 2)"].
CARTA DE NAVEGACIÓN
>> Pero muchos discípulos, al oírlo, dijeron: "Esta doctrina es dura ¿quién tiene valor para oírla?" (...) Desde entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y no andaban con él. Jesús preguntó a los doce: "¿También vosotros quereis iros?" Simón Pedro le contestó: "Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el santo de Dios".<<
Jn 6, 60.66-69
19 comentarios:
He llegado acá por tu comentario en mi sitio y lo que he leído me ha gustado, pero ha sido poco. Este tema de la veracidad, la confianza, la fe en otros es algo que me ha dado par amás de un post, pero en otro blog que tengo, separado de éste. Todo un tema, y ¡vieras los chorros de gente que por estos días entran a mi sitio buscando cómo saber si alguien miente!
Saludos del lejano Chile, y quedas en mis bloglines
AERONAUTA: Bienvenido. Encantado de navegar juntos, tú por el aire, y yo por el agua.
Perdona si el post se te ha hecho corto ¡He hecho un esfuerzo enorme por abreviar, porque cuando cojo el hilo no lo suelto! Tras ver mi anterior post (el primero en serio) pensé que me había quedado demasiado largo, y podía resultar incómoda su lectura para los visitantes "fugaces" que tanto pululan por la red, y por eso preferí transmitir mis opiniones e ideas en píldoras más pequeñas... Pienso igual que tú: este tema da para mucho. Incluso me he encontrado varios posts muy interesantes en internet de los que si no me olvido pondré referencia aquí en el blog, con opiniones muy dispares, para que cada uno saque sus conclusiones.
Como dicen en las series "Continuará..." Ya tengo el post que le sigue más o menos esbozado.
Y por cierto. Creo haber visitado el blog que mencionas, pero lo administraba otro perfil de usuario... ¿eres tú también?
PICCOLA: Gracias por tu visita a este blog. Tal y como me pedías, después de leer tu mensaje, he suprimido tu entrada. Te agradezco la confianza que has depositado en mí. Como digo en el post, son cosas que hacen que el mundo sea un lugar mucho más agradable de vivir.
Creer, es apostar por una promesa. Y Dios es eso, palabra, que significa, que transmite, que se abre en la historia y que es promesa. Una palabra a ser entendida.
Gracias por este texto.
...Y creer también es una elección, y una decisión, como lo es amar. Hay quien dice: "me gustaría creer, como tú, pero no puedo", o "es que ya no estoy enamorado..." Se tiende a pensar que amar y creer son acciones no perseguidas, espontáneas y completamente incontrolables. No es cierto. Nadie cree ni ama sin la voluntad de hacerlo. El impulso es primero, sí, pero le sigue la voluntad.
Estoy contigo en que hay pocos sentimientos tan destructivos para el ser humano como los desengaños y la sensación de haber sido traicionados por personas o instituciones en las que se habían anclado las seguridades y las grandes Verdades de la vida.
Brillante artículo que me invita a reflexionar sobre la seguridad de los anclajes de mi vida. Debemos invertir en un buen 'mantenimiento' para que no se oxiden.
DANIEL: En este post quise centrarme en la "fe-confianza" como actitud general, sin centrarla en el aspecto específicamente religioso, en el que quiero profundizar en siguientes entradas. Tienes razón en lo que dices. Y si me permites añadir un matiz, hablando en general, yo veo diferencias cuando uno cree en algo o uno cree en alguien.
Cuando hay una promesa, uno cree en "algo", en "lo que se ha prometido". Si esa promesa se ve incumplida, a las primeras de cambio se pierde la confianza y la fe... Cuando uno cree en "alguien", uno pone su confianza en toda la potencialidad que encierra ese alguien, no sólo en una determinada aspiración o aspecto concreto... No se pone la esperanza en aquello que se ha prometido, sino en la persona que la debe llevar a cabo, en quien se deposita la confianza de que va a ser capaz de cumplirla, tarde o temprano, aunque existan obstáculos o decepciones en medio del camino... En este último caso, la fe suele tener muchas más raíces (recordando la parábola del sembrador, que explica esta misma idea mucho mejor que yo) y suele llevarse a consecuencias extremas...
ARMANDO: Poco que añadir a lo que dices. Abres una puerta que daría mucho para comentar, que es la de la decepción y el desengaño, y las diferentes formas de afrontarlo. Lo pondré a la cola de mis posts pendientes... A ver si cuaja.
Y qué razón tienes con lo del "mantenimiento" de todo aquello que es importante para nosotros. Tu reflexión me ha hecho meditar que, para ciertas cosas o circunstancias, es contraproducente el "exceso de confianza"...
Gracias a los dos por acompañar esta travesía, y por enriquecer la entrada con tan buenos comentarios
que buen escrito
Abrazos
Gracias por tus palabras..me dejás sin palabras a mí, y gracias por seguirme
besos y flores para vos
Miguelo: ¡Muchas gracias por tu visita y tu aliento a mi trabajo! Ha sido muy interesante leer tus palabras sobre esa fe y esa confianza que tanto necesitamos para llevar adelante nuestras familias, para criar a nuestros hijos, para vivir en armonía con las personas que nos rodean, para ser felices y hacer felices a los demás en un mundo tan complejo. Conozco el dolor de la confianza traicionada, ese larga caída en los fondos de un abismo inesperado. Por otro lado, no hay mayor desesperación para mí que estar a punto (por razones que no puedo controlar) de defraudar la confianza de alguien. En este momento me hace muy feliz pensar en esa fe tan sencilla, tan hermosa, tan profunda, tan absoluta, que Clara le demuestra a Francisco, mientras corre cuesta abajo por una colina en la película «Hermano sol, hermana luna». Cuando llega hasta él, le dice: «No quiero que me entiendan. ¡Quiero entender! No quiero que me amen. ¡Quiero amar! Posdata: Precisamente tus palabras, ahora que conocen mi blog varias personas y algunas parecen con deseos de volver, me hacen sentir que se me viene encima la tremenda responsabilidad de no defraudarlas. Al mismo tiempo me doy cuenta que no voy a poder no defraudar a los visitantes. Como le dije a Anabel, una visitante adolescente andaluza, en mi blog voy a tratar el Cielo y el Infierno. Voy a hacer comentarios muy serios, como en «La clave de un mundo de amor». Pero también aparecerán personajes que dirán cosas contrarias a las que yo pienso (por ejemplo en mi reseña de la película «El resplandor», de Stanley Kubrick.) Como ves, tus palabras me han hecho pensar seriamente en qué es lo que estoy haciendo, en qué es lo que voy a hacer. Miguelo: Si les has dado un sincero amor a tus hijos y tienes la fortuna de llegar a viejo, me parece imposible que ellos no deseen saber nada de tí. Son los que no saben dar amor, porque nunca lo recibieron, los que suelen quedarse solos en la vida, los que son rechazados por sus hijos, los que son abandonados en la triste soledad de los asilos. ¡Saludos!
Miguelo: Muchas gracias por tus palabras. Me has hecho ver rápidamente lo tonto que fui al escribir ese comentario lacrimógeno. (Realmente me desperté angustiado y temblando, y sentí la necesidad de escribirlo.) Voy a eliminarlo ya mismo. Por desgracia, al mismo tiempo estoy censurando tus palabras. Así que te pido disculpas. Hoy he aprendido varias lecciones. (Por distintas razones he estado, en los últimos días, al borde del agotamiento. De ahí la tontería de escribir ese párrafo.) Tienes una mente muy clara. Espero seguir aprendiendo de tus comentarios. Gracias. ¡Saludos!
Muchas gracias por el abrazo. No importa que no nos conozcamos, a veces está bueno despertar en los demás ese sentimiento que nos impulsa a solidarizarnos con un desconocido. Quizás porque son momentos que todo ser humano debe pasar tarde o temprano.
Nuevamente gracias!
Prometo pasar a visitarte con más tiempo.
Miguelo: ¡Muchas gracias por tu visita! No pude poner tu dirección en mi blog. La dirección www.desdeellago.blogspot.com, me llevó al blog de un tal Jorge. No es necesario que vuelvas a mi blog para darme la dirección. Yo voy a volver más tarde por aquí. De nuevo: ¡Muchas gracias por tus consejos! ¡Un abrazo!
Chicos esta enloquecidos besos para todos
sin duda un texto espectacular...
es una certeza mas que creer en algo lo que nos pude llevar a hacer grandes cosas... como lo es la felicidad...
la certeza de este "algo mas" (me gusta llamarle asi, porque de esta forma no se limita) deja en evidencia la grandeza humana.. la sorpresa con que podemos vivir el dia a dia... el amor que podemos reconocer en cada cosa...
esto que nos mueve...
lo que nos conmueve...
me encanto esta conexion que haces en el blog, sobre todo lo que retomas de la biblia, po que aveces se ve como tan lejano, pero vaya que tiene que ver con nuestra vida!!!
si por algo se escribio... no solo para recordar a jesus, para vivir a jesus...
porque es "el camino" hacia la grandeza...
me encanto el blog!!
lo dejo en mis favoritos!!
saludos!!!
http://pleasegivemeaparachutes.blogspot.com/
aqui te dejo el mio...
nos vemos!!
Navegante, soy una mamá carmelita descalza seglar de Madrid y sólo puedo decirte que estoy de acuerdo con todo...pero que yo estoy APLASTADA por una roca inmensa que es la certeza en Dios...y eso me ha llenado de fe y de confianza en el hombre...Un saludo en cristo Catalina
sip... lo mas paradogico de todo esto es que esta en nosotros mismos ese "darse" cuenta de que el cielo no es donde apuntamos para ver las estrellas... el cielo es vivir el dia a dia...
no es solo creer en algo mas...
es vivirlo...
en la familia, la pareja, la amistad (presente en todas las anteriores...)
ya que amistad es caminar juntos hacia este algo mas... no creer que se ha encontrado el todo... y detener la busqueda.. porque caeriamos en el aburrimiento... en cambio este infinito, es eso mismo... entonces estas relaciones no se limitan... y solo pueden apuntar hacia cristo...
es una gran invitacion...
muchos saludos!!
y gracias por tu post!!
nos vemos!!
MUCHA, mi despertar: Gracias. Eres muy amable. Seguimos leyéndonos
C.A.A: También a tí gracias. He visto que me has estado promocionando. Estoy abrumado: no creo ser merecedor de tanto. Me alegra que mis palabras hayan servido para animarte.
AKELA: Bienvenida a este blog. Y mucho ánimo
VALELOST: Es cierto lo que comentas. La fe mueve montañas, y nos permite acercarnos y mucho a objetivos que parecen inalcanzables en un principio.
CATALINA: Me ha llamado mucho la atención el término que has empleado: "aplastada por una roca que es la certeza de Dios". Contundente y gráfico. Esa certeza, como comento en el artículo, es una baza fundamental a la hora de encarar el día a día, y de superar los momentos de crisis. Tengo previsto seguir profundizando sobre este tema, y precisamente en la dirección que señalas...
A todos muchas gracias por los comentarios.
TEngo que reconocer que estoy "alucinada" con los peces...los de Madrid añoramos mucho el mar...ES verdad que me siento "aplastada" por una losa gigante de granito, que es el saber ya que DIOS ES , que ÉL EXISTE realmente...más allá de toda duda.La vida cambia tanto , todo se ve de otra manera...y mira que yo tenía mucha fe.Pero ahora ya sólo puedo vivir para Él.Un abrazo en Cristo,Catalina, y muchas gracias por tu blog, sigue tu también con él, merece la pena.Me gusta muchísimo tu entrada del lago...ya te iré leyendo y comentando.
Creer... parece fácil pero requiere de una decisión y convicción personal para lograrlo, como el creer en uno mismo requiere de un esfuerzo por cruzar barreras creadas por nosotros mismos.
Interesante post, me gustó mucho.
Saludos desde las alturas andinas =)
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